Ernesto David Durán Castro
  • Cerámica
  • 55 años de experiencia como artesano
  • 1° Lugar Cerámica segundo Encuentro de las Artes del Fuego (2020)

Este oficio es mi vida. Creo que el mayor desafío de una vida dedicada a la carrera artística es sobrevivir mientras se crea, mientras se mantiene un estilo propio, mientras se evoluciona artísticamente… Y simultáneamente hacerse con una vida digna, afrontar la pobreza, la desigualdad, listas negras, burócratas que te empujan al olvido, la riqueza, la fama pasajera, los altos y bajos, esos son desafíos, y uno crea en ellos y a través de ellos. Un punto importante para afrontar esto es la conexión con otros artistas o a través de la misma cerámica, como medio para dialogar con quienes la aprecian.

Da la casualidad de que Peñalolén sea a su vez una de las comunas con mayor población indígena en la región, por lo que el territorio impulsa el desarrollo contemporáneo de estas culturas.

La vida es curiosa. Hay quienes tienen la opción de elegir un camino, hay otros que dicha oportunidad nunca se presenta. Yo me contaba en los segundos. Un niño más de las poblaciones de Santiago en los años 60’ y entre 6 hermanos, las oportunidades no abundan. Crecí entre chacras y bajo la monumentalidad inmensa del Estadio Nacional, en la población Rosita Renard de Ñuñoa. Pero algo fortuito, ¿suerte quizás?, me dio un camino para trazar. A los 11 años una profesora me vio dibujando, nada especial para un niño de esa edad. Y sin embargo, ella vio talento y les propuso a mis padres que me enviaran a un colegio experimental artístico que se había fundado en esa década. Desde ese día nunca deje de recorrer el camino del arte.

En tiempos de mayor bonanza mantuve un taller con hasta seis ayudantes, muchos de los cuales siguieron sus propios caminos en la disciplina. Ahora, en el mismo taller, recibo estudiantes a quienes hago clases del trabajo en cerámica y me concentro en que puedan aprovechar la plasticidad del material, para expresar sus propias obras.

Al realizar mi oficio siento calma, es mi ambiente. Mi taller es el espacio donde de verdad puedo encontrarme conmigo mismo y, a través de mi labor, logro plasmar una expresión más que se sume al continuo de una tradición que espero no muera. Mi obra nace de la reflexión que hago del ser humano, de la memoria que prevalece de las culturas primigenias precolombinas, recreando y creando a través de imágenes, formas y color, un lenguaje lleno de simbolismos. Mantengo una búsqueda de ritos y mitos que concretan un trabajo de rigurosidad para ser plasmado en la pintura, la escultura, la artesanía o el grabado. A través de estas expresiones planteo temas universales, donde el ser humano es el centro del espacio y el tiempo.

Me fascina desde siempre las culturas de mi tierra, me atrae la milenaria profundidad de quienes han sido empujados al olvido, esa copa de vida de la que nuestro linaje mestizo emana. En mi juventud era el personaje popular, el campesino, la América latina viva… Aquello que sólo puede profundizarse como expresión artística en la introspección hacia nuestros orígenes indígenas, lo que me lleva directo las culturas precolombinas. No se trata de la copia de la copia, devenida en una trágica mercantilización de culturas “muertas”, sino de una interpretación viva, en contacto y en conversación constante con la humanidad vital de este territorio en que compartimos, sufrimos y existimos en permanente transformación.

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