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Rodrigo Valdivieso

La magia de los caleidoscopios en madera.

Este maestro artesano ha dedicado más de 20 años a la creación de caleidoscopios; piezas únicas que fusionan la belleza de la madera con el arte óptico. Sus creaciones son más que simples objetos, son portales a mundos llenos de color y asombro que invitan a redescubrir la magia de la niñez.

Historia

Desde su primer contacto con la madera, Rodrigo Valdivieso supo que ese material noble y versátil marcaría su vida. Lo que comenzó como un acercamiento a los trabajos de mueblería rústica terminó convirtiéndose en un proceso de creación delicado y detallista, con el caleidoscopio como su pieza central.

Su historia es una de dedicación, evolución constante y pasión por la artesanía. “El contacto con la madera fue lo que me abrió las puertas a este mundo”, comenta Valdivieso con una sonrisa que refleja su profundo aprecio por el material con el que trabaja. “Es un material que tiene la posibilidad de ser reparado, de reconstruirse, y eso me cautiva porque creo que yo también soy alguien de reparar cosas”.

El amor de Rodrigo por la creación artesanal comenzó a los 20 años, cuando trabajó en el taller de un familiar. “Llegué a la madera por el taller del abuelo de mi hija mayor”, cuenta, recordando sus primeros pasos en el oficio. A partir de ahí, su vida tomó un rumbo inesperado hacia el maravilloso mundo de los caleidoscopios, un objeto que le devolvió la magia de la infancia y que, en sus propias palabras, “me llevó a crear mi primer caleidoscopio en madera hace más de 20 años”.

A lo largo de su carrera, Rodrigo ha experimentado con diversas técnicas y materiales, desde la incorporación de metales como el cobre y el bronce durante la pandemia hasta la delicada técnica de la marquetería, que aprendió de su amigo y maestro Hernán Morales. “La marquetería me permitió descubrir otras formas de ensamblar, casi como si armara un rompecabezas con la madera”, explica. Cada caleidoscopio que sale de sus manos es una obra de arte, no solo por su funcionalidad óptica, sino por la belleza de su ensamblaje y los detalles estéticos que incorpora.

Una de las experiencias más gratificantes para él ha sido ver las reacciones que despiertan sus caleidoscopios en quienes los usan. “He visto a adultos emocionarse hasta las lágrimas al mirar a través de un caleidoscopio”, relata. “Es un objeto que los transporta a su niñez, les devuelve esa capacidad de asombro que a veces olvidamos al crecer”. Sus caleidoscopios no solo fascinan a los niños y niñas, sino que evocan memorias y sentimientos en quienes hemos olvidado lo que es dejarse llevar por la magia del juego y la imaginación.

Para Rodrigo, el arte del caleidoscopio no solo radica en su capacidad para crear imágenes deslumbrantes, sino en el proceso de construcción en sí mismo. “Cada caleidoscopio que hago lleva una parte de mí, desde la selección de la madera hasta el ensamblaje final. Creo que la belleza es algo muy personal, y yo simplemente trato de expresar lo que considero hermoso a través de mi trabajo”, reflexiona. Esa búsqueda de la perfección, de crear algo que provoque asombro, es lo que lo impulsa día tras día en su taller.

Rodrigo siempre está buscando nuevas formas de sorprender y conectar con su público. Su colaboración en festivales de luz, donde sus caleidoscopios serán proyectados en gran escala, es solo un ejemplo de cómo sigue expandiendo los límites de su arte. “Siempre quise que la belleza de los caleidoscopios saliera al exterior, que más personas pudieran ver lo que yo veo cuando los hago. Este proyecto me tiene muy emocionado porque, por primera vez, las imágenes de los caleidoscopios estarán en edificios, en la calle, y eso es algo que nunca había imaginado”, adelanta.

Más allá de la técnica, lo que distingue a Rodrigo es su sensibilidad y su profundo respeto por los materiales con los que trabaja. Cada pedazo de madera que selecciona tiene una historia, dice, cada corte y cada ensamblaje es un acto de cuidado y dedicación. “La madera es un material que siempre se puede restaurar, y eso es algo que me cautiva. En muchos sentidos, mi trabajo consiste en darle una nueva vida a algo que parecía haberse perdido”. Y así, con cada caleidoscopio, Rodrigo no solo crea un objeto único, sino que también nos recuerda que, al igual que la madera, nosotros también podemos restaurarnos, maravillarnos y reencontrarnos con nuestra esencia.

Obras y Procesos

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