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Juana Isabel Olave Olave

Destaca por su trabajo creativo y trayectoria en la arpillera.

Fue parte del grupo “Arpilleristas de Huechuraba”, conformado a partir de los talleres de la Escuela EPAH (Esc. Popular de Artesanos de Huechuraba, del Depto. de Cultura). Actualmente, es parte del colectivo “Manos Creadoras, Arpilleristas de Huechuraba”. Colectivo que, a través de la tela, ha buscado rescatar, la técnica patrimonial de las arpilleras, dando vida a historias, paisajes y denuncias sociales. 

Historia

Cada vez que Juana comienza una arpillera, siente que entra en un espacio de conexión profunda con la memoria, la historia y las emociones que la atraviesan. Bordar, para ella, es una forma de pensar y de sentir, un acto que le permite comunicar lo que las palabras no siempre alcanzan a decir. En cada puntada se entrelazan recuerdos, denuncias y esperanzas, dando forma a un mensaje que busca ser visto y escuchado.

Su proceso creativo inicia con la reflexión: primero se conecta con el tema que desea representar una historia, una emoción o una causa social y realiza un bosquejo que le sirve de guía para ubicar los elementos en la composición. Luego selecciona cuidadosamente las telas, muchas de ellas recicladas de prendas en desuso o retazos obtenidos de modistas del barrio. Este gesto de reutilizar materiales le da a cada obra una carga simbólica especial: cada fragmento de tela contiene una historia previa que se transforma en un nuevo relato. Con los hilos, agujas y alfileres dispuestos sobre la mesa, Juana comienza a dar vida a la arpillera, hilando, bordando y ensamblando cada pieza con paciencia y precisión.

Sus obras abarcan una amplia gama de expresiones. A través de las arpilleras —cuadros de distintos tamaños—, representa emociones colectivas y personales: la alegría, la lucha, el descontento social o los momentos de esperanza. Pero Juana también ha llevado la técnica a un terreno más cotidiano, creando objetos utilitarios como monederos, estuches, porta lentes, porta celulares, marcadores de libros, bolsas y mochilas. En ellos utiliza materiales nuevos —mezclilla, crea, popelina, cordones, cierres, cintas e hilos de bordar—, adaptando la tradición a piezas funcionales y decorativas que permiten acercar la artesanía textil a la vida diaria.

El oficio, en su vida, es mucho más que una actividad manual: es una forma de expresión y de encuentro con los demás. A través del bordado, Juana logra transmitir mensajes, rescatar la memoria colectiva y compartir un patrimonio que pertenece a todos. Su trabajo busca mantener viva la técnica de la arpillera y, al mismo tiempo, renovarla desde una mirada contemporánea, integrándola en el presente sin perder su esencia.

Su acercamiento al oficio nació del interés personal por la fuerza comunicativa de las arpilleras. Admirada por su historia y su valor social, comenzó a experimentar con la técnica, incorporando su creatividad y su mirada actual. Así, su práctica se transformó en un puente entre tradición y modernidad: sus piezas conservan el espíritu de las arpilleras clásicas como vehículo de expresión popular y denuncia—, pero dialogan con los tiempos actuales mediante nuevos formatos y usos.

La materialidad que utiliza está estrechamente vinculada al territorio que habita. Desde la Región Metropolitana, Juana recoge telas y retazos del entorno urbano, integrando en su obra los vestigios de la vida cotidiana de su comunidad. Este uso consciente de materiales reciclados refuerza el sentido sustentable y social de su trabajo, generando una relación directa entre su arte y el lugar en el que vive.

El aporte cultural de Juana radica en mantener viva una tradición chilena profundamente significativa: la arpillera como lenguaje de memoria y resistencia. Pero su contribución también se proyecta hacia el futuro, al incorporar nuevos soportes y formas de uso que amplían el alcance del oficio y lo acercan a nuevas audiencias. Con cada obra, Juana demuestra que la artesanía puede ser tanto un espacio de belleza como de reflexión y conciencia.

Comprometida con la transmisión de este arte, enseña la técnica a otras personas, compartiendo su conocimiento en talleres y encuentros comunitarios. Su deseo es que la arpillera siga viva en las manos y las miradas de las próximas generaciones. “Bordar es mantener viva la memoria, pero también sembrar futuro.”

Así, entre telas recicladas, hilos de colores y mensajes tejidos con paciencia, Juana continúa bordando la historia colectiva, transformando el oficio en un lenguaje que conecta pasado y presente, arte y vida, memoria y esperanza.

Obras y Procesos

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