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Daniela Ortega Silva

Trabajando por levantar un proyecto de utilización de recursos para el correcto uso de la lana esquilada en su localidad.

Proyecto de utilización de recursos para el correcto uso de la lana esquilada en su localidad.

Historia

Para Daniela, trabajar la lana es mucho más que un oficio: es una experiencia espiritual y sensorial que la conecta con la naturaleza, con la paciencia y con una historia que se ha tejido durante siglos. Cada hebra que hila con sus manos encierra tiempo, cuidado y memoria. En ese proceso lento y consciente encuentra una profunda gratificación: la sensación de volver a lo esencial, a lo que se construye con el cuerpo, la mente y el alma.

Su proceso creativo comienza desde el origen mismo de la materia. Participa en la recolección del vellón, obteniéndolo directamente durante la esquila de las ovejas del Cajón del Maipo. Luego transporta la lana en grandes sacos hasta la bodega, donde inicia el lavado manual. Con paciencia, limpia, escarmena y carda cada fibra, retirando impurezas y preparándola para el hilado, que realiza con un huso, de manera completamente artesanal. A partir de ahí, la lana cobra nueva vida: puede teñirse con tintes naturales y transformarse en tejidos a palillo, crochet o incluso en piezas XXL, trabajadas con las manos desnudas.

Para Daniela, este proceso es un acto de respeto hacia la materia prima y hacia los animales que la proveen. La lana de oveja ha acompañado a las comunidades por generaciones, brindando abrigo, sustento y belleza. Trabajar con ella es una forma de honrar esa historia y de mantener viva la relación entre el ser humano y la naturaleza. Cada pieza que crea encarna ese vínculo armónico: la calidez del material, la suavidad del tejido y la fuerza de una tradición que resiste al paso del tiempo.

El oficio representa una forma de vida y una herencia cultural profundamente arraigada. Daniela colabora directamente con los arrieros del Cajón del Maipo, quienes le entregan la lana de sus ovejas. Esta relación no solo fortalece los lazos comunitarios, sino que también da valor a un recurso local que antes era desechado. En su taller y junto a otras mujeres de la zona, ha formado una red de apoyo y creación colectiva que rescata saberes tradicionales y fomenta la autonomía económica.

Su acercamiento al oficio nació de una experiencia transformadora: una profesora local le enseñó las primeras técnicas de trabajo con lana de oveja. A partir de ahí, comenzó a experimentar con materiales y colores, y a establecer lazos con los arrieros que le donaron la lana. Así surgió una agrupación de mujeres de Maitenes y Alfalfal, que desde 2024 se dedica al rescate y desarrollo de la artesanía local. Lo que comenzó como un aprendizaje personal se convirtió en un movimiento comunitario, en un gesto de resistencia cultural frente a la pérdida de los oficios tradicionales.

La conexión entre su trabajo y el territorio es profunda. La lana que utiliza proviene directamente del paisaje cordillerano, de animales que pastan libremente entre montañas y ríos. Cada fibra conserva algo del entorno: el aire frío, la pureza del agua, la vida en movimiento. Para Daniela, tejer con esa materia es una forma de habitar el paisaje, de traducirlo en formas, texturas y colores que cuentan la historia del Cajón del Maipo y de sus habitantes.

El aporte cultural de su obra radica en su capacidad de preservar y revitalizar un saber ancestral. A través del hilado, el tejido y el teñido natural, Daniela mantiene viva una tradición que une generaciones. Sus creaciones no solo son objetos utilitarios o decorativos: son testimonios de identidad, continuidad y respeto por la tierra.

Comprometida con el traspaso del oficio, Daniela enseña lo que ha aprendido, consciente de que estas prácticas pueden desaparecer si no se transmiten. Busca inspirar a otras personas especialmente a jóvenes a descubrir la nobleza y la versatilidad de la lana de oveja, y a comprender que cada hilo tejido es una forma de narrar quiénes somos.

En su taller, rodeada de husos, madejas y tintes naturales, Daniela continúa tejiendo. Cada prenda que sale de sus manos lleva un pedazo del paisaje cordillerano, la calidez de una comunidad unida y la fuerza silenciosa de un oficio que, como la lana misma, se estira y se adapta, pero nunca se rompe.

Obras y Procesos

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